Basta decir que no abrí el armario hasta las once de la noche, bien cenado.
De hecho, no hay tal armario. Sólo cuatro cajas "tipo bar", escondidas debajo de una manta en mi pequeño despacho, escondiendo detrás aún algunas botellas de 75cl.
Pues eso, después de una larguísima temporada sin levantar la manta (excepto para introducir unas Chimay Grande Reserve que a 4€ me parecieron una ganga), ayer tocó evaluar mis tesoros, de los cuales quizá alguno ya sea cadáver y me toque llorarlo.
Mis conocidos saben que mi afición empezó con los belgas, hará unos 20 añitos, y la mayoría de las cervezas que guardo son de aquel país. Sin entrar en detalles, después de echar un vistazo decidí empezar con las más nuevas y desconocidas, cortesía de los viajes de mi amigo Pere (cuyo maletero siempre ha sido motivo de inspiración para mí), y de mi socio Rik (cuyo país siempre ha sido motivo de inspiración para nuestros maleteros).
La primera, una Totentrekker, estilo "Oud Bruin".
Varios los motivos para empezar con esta cerveza.
Mi "lista de la compra" para Pere en su último viaje estaba plagada de "bruins" y "red ales", que por aquí no llegan y que echo de menos. La culpa es de Rik, por viciarme con su Roman Dobbelen, la "bruintje" que nunca supe pronunciar. Esta cerveza no estaba en la lista y fue una de las sorpresas de Pere, al cual agradezco "dobbelenmente".
He de reconocer que el olor de entrada no es para todos los públicos, y a según quien le asustaría, porque huele a lo que sabe: vinagre! Eso sí, un santo vinagre, ácido a lo lambic (?) pero sin pasase, con un toquecito dulce de cereza y cítricos). Una buena capa de espuma y un poco de bastante gas (pero que para mí a esta cerveza le queda bien ser algo efervescente)... y unos buenos recuerdos.
La segunda, una Cluysenaer, belgian ale, strong ale, llámalo como quieras.
Lamento que las fotos no sean mías, pero se me acaba de jo... fastidiar el teléfono.
Una agradable sorpresa, que sin ser una Duvel tenía su qué. Peligrosamente fácil y también de color parecido (melocotón? miel?) a mis amados "bollekes" de De Konick, en el "Blauwe Wolk" del increible Filip que muchas veces no me quiso cobrar. Dulzor suave del maltado y otra buena corona de espuma, más densa esta vez.
Y como el Domingo había que levantarse por la mañana, pues ya vale!
Qué tal Carlos! Y tan grandes desconocidas. Creo que me voy a apuntar al club maletero d'en Pere... ¿me pasas la dirección? Jaja.
ResponderEliminarNada que pueda añadir. Realmente para mí son grandes desconocidas, aunque me gustaría remediarlo volviendo a la tierra que me llevó definitivamente por los caminos de la cerveza :-).
Salut!